domingo, 29 de noviembre de 2009

Antioquia

En la entrada anterior mencioné algunas de las muchas características geográficas y culturales de Colombia, ahora deseo comentarles sobre el departamento de Antioquia, pero no soy el más indicado para hablar de tan bello departamento, no porque no conozca de él, sino porque Jorge Isaacs en su texto "María" realiza una descripción más idílica de aquél departamento colombiano.

"Levanténme al día siguiente cuando amanecía. Los resplandores que delineaban hacia el oriente las cúspides de la cordillera central, doraban en semicírculo sobre ella algunas nubes ligeras que se desataban las unas de las otras para alejarse y desaparecer. Las verdes pampas y selvas del valle se veían como al través de un vidrio azulado, y en medio de ellas, algunas cabañas blancas, humaredas de los montes recién quemados elevándose en espiral, y alguna vez las revueltas de un río. La cordillera de Occidente, con sus pliegues y senos, semejaban mantos de terciopelo azul oscuro suspendidos de sus centros por manos de genios velados por las nieblas. Al frente de mi ventana, los rosales y los follajes de los árboles del huerto perecían temer las primeras brisas que vendrían a derramar el rocío que brillaba en sus hojas y flores. Todo me pareció triste. Tomé la escopeta; hice una señal al cariñoso Mayo, que sentado sobre las piernas traseras, me miraba fijamente, arrugada la frente por la excesiva atención, aguardando la primera orden y saltando el vallado de piedra, cogí el camino de la montaña. Al internarme, la hallé fresca y temblorosa bajo las caricias de las últimas auras de la noche. Las garzas abandonan sus dormideros, formando en su vuelo líneas ondulantes que plateaba el sol, como cintas abandonadas al capricho del viento. Bandanas numerosas de loros se levantaban de los guaduales para dirigirse a los maizales vecinos; el el diostedé saluda al día con su canto triste y monótono desde el corazón de la sierra.
Bajé a la vega montuosa del río por el mismo sendero por donde lo había hecho tantas veces seis años antes. El trueno de su raudal se iba aumentando, y poco después descubrí las corrientes, impetuosas al precipitarse en los saltos, convertidas en espumas hervidoras en ellos, cristalinas y tersas en los remansos, rodando siempre sobre un lecho de peñascos afelpados de musgos, orlados en la ribera por iracales, helechos y cañas de amarillos talios, plumajes sedosos y semilleros de color de púrpura.
Détuveme en la mitad del puente, formado por el huracán con un cedro corpulento, el mismo por donde había pasado en otro tiempo. Floridas parásitas colgaban de sus lamas, y campanillas azules y tornasoladas bajaban en festones desde mis pies a mecerse en las ondas. Una vegetación exuberante y altiva abovedada en trechos el río, y al través de ella penetraban algunos rayos del sol naciente, como por la techumbre rota de un templo indiano abandonado. Mayo aulló cobarde en la ribera que yo acababa de dejar, y a instancias mías se resolvió a pasar por el puente fantástico, tomado en seguida, antes que yo, el sendero que conducía a la posesión del viejo José, quien esperaba de mi aquel día el pago de su visita de bienvenida.
Después de una pequeña cuesta pendiente y oscura, y de atravesar a saltos por sobre el arbolado seco de los últimos derribos del montañés, me hallé en la placeta sembrada de legumbres, desde donde divisé humeando la casita situada en medio de las colinas verdes, que yo había dejado entre bosques al parecer indestructibles. Las vacas, hermosas por su tamaño y color, bramaban a la puerta del corral buscando sus becerros. Las aves domésticas alborotaban recibiendo la ración matutina; en las palmeras cercanas, que había respetado el hacha de los labradores, se mecían las oropéndolas bulliciosas en sus nidos colgantes, y en medio de tan grata algarabía, oíase a las veces el grito agudo del pajarero, que desde su barbacoa y armado de honda, espantaba las guacamayas hambrientas que revoloteaban sobre el maizal."
Fuente: Isaacs, Jorge. María. Edición de Donald McGrady. Madrid: Ediciones Cátedra, 1986.

Cañón del Río Aures



Salto del Río Aures

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